Cuadros, frescos e iconos

Lo más bello de todo el mundo:
un rostro iluminado por el espíritu
en el que se aprecia la pureza del alma,
en el que reina la paz celestial.

Friedrich Gottlieb Klopstock (1724 - 1803)

Aunque se trata sencillamente de un mechón de cabello poco llamativo, sobre la frente de Jesús, este puede seguirse a lo largo de la historia del arte y tiene como modelo el sudario de Cristo de Manoppello; los poco nítidos contornos de la Sábana Santa de Turín no habrían sido suficientes para una reproducción de tal exactitud.

A pesar de la prohibición de hacer imágenes del Antiguo Testamento y de la querella iconoclasta en Bizancio, los cristianos siguieron sintiendo la necesidad de disponer de imágenes de Cristo. En 2005, Andreas Resch, en su libro «Das Antlitz Christi» (El rostro de Cristo), desveló que obras como el «Buen pastor» (catacumbas de Priscila) eran realmente imágenes ocultas de Cristo. Aplicó el principio de la superposición, desarrollado por sor Blandina para demostrar la coincidencia de diferentes sudarios, a las representaciones protocristianas de las catacumbas de Roma y en iconos.

Hasta el siglo XVII, numerosas obras de arte presentaban las características del sudario; se parecían a él de manera sorprendente, como el Vera Icon que puede verse en el Sudario del Maestro de Flémaille (probablemente 1375 - 1444). En este tipo de reproducciones que siguen estrictamente al original, se representan tan solo el rostro y el cabello, con o sin velo.

En su condición de icono primigenio, el Sudario sirvió, tanto en Oriente (Bizancio) como en Occidente, para desarrollar un ideal divino de belleza desde el punto de vista geométrico. Esto puede decirse no solo de copias y de modelos para iconos, sino también para nuevas creaciones. Muchas representaciones están marcadas por las particularidades de su época; es decir, en ellos se llevaron a la práctica los correspondientes principios, p.ej. del retrato. En ocasiones se recurrió a un estilo pictórico antiguo para causar una mayor impresión de autenticidad. La expresión del rostro refleja también el papel que se concedió a Jesucristo.

Frecuentemente, la representación del Sudario se inscribe en una narración pictórica. El origen de la reliquia, p.ej., se explica de diversos modos mediante la introducción de figuras portantes. Si Verónica presenta el paño para su veneración, se unen en una sola imagen la representación de la reliquia y la leyenda. Si son ángeles los que portan la imagen de Cristo, se subraya el origen celestial. El hecho de que los pliegues no continúen sobre el rostro de Cristo, es decir que parezca que este flota delante del tejido, hace también referencia a su origen divino.