Cara a cara –

Ojos almendrados, cejas curvadas, una fina nariz y la boca ligeramente abierta: así se revela al espectador el rostro del sudario, un rostro bien proporcionado, enmarcado por largos cabellos y una barba rala, coronada por un corto mechón. Si se observa con detenimiento llama la atención la inflamación de la mejilla derecha y una lesión en la zona de la nariz.

Las heridas que pueden localizarse en la Sábana Santa de Turín parecen tener costra. La sombra que aparece bajo la boca remite a la relajación de las facciones ante la muerte. Sin embargo, no solo está abierta la boca, sino también los labios, como si estuvieran pronunciando la letra «A» como en «Abba», el término arameo de padre.

Debido a las características del material portante, un tejido fino y transparente de 24 x 17,5 cm, el motivo parece modificarse dependiendo de la incidencia de la luz y de la perspectiva. En ocasiones, una pupila parece ser mayor que la otra, como si debido a un golpe recibido hubiera perdido la capacidad de adaptarse a la claridad. A favor de esta hipótesis habla también la acumulación visible de líquido debajo de la iris:

A veces, los ojos parecen incluso mirar hacia otra dirección:

De modo inexplicable, el motivo es visible por ambos lados, pero en cada lado se presenta de modo distinto. Visto desde el presbiterio, Jesús aparece sonriendo, triunfando sobre la muerte.

Al igual que en el caso de la Sábana Santa de Turín, en el Sudario no puede comprobarse la presencia de pigmentos de pintura. La gama de colores del sudario –dependiendo de la luz– va desde gris pizarra a amarillo dorado, pasando por diversos tonos marrones. El tono rosa sobre la frente proporciona la impresión de alguien que acaba de ser reanimado. Con una iluminación intensa, el sudario se torna blanco y la imagen deja de ser visible. De modo similar al arco iris y a las alas de las mariposas, en el sudario los colores se perciben mediante la refracción de la luz y la superposición de ondas luminosas.